Publico hoy el tercer y posiblemente el más importante artículo de la serie "El Vitrasa del mañana" , dedicado a la regulación y con claves más propias de prensa salmón
Todo lo visto anteriormente no sería posible sin un ente que lo regulase; y este ente es el ayuntamiento. Sin tener participación alguna en el discurrir de los autobuses es la máxima responsable de que salgan a la calle.
Vitrasa es una concesión, concedida a finales de 1994 a Vitrasa por un período de 25 años prorrogables, hasta 2019. Hay que entender en qué consiste una concesión. El ayuntamiento necesita un servicio de autobuses. Hace un concurso y se presentan los aspirantes. El más capacitado gana y se le adjudica el servicio.
Hay que darse cuenta de un detalle: la concesión es única, es decir, los servicios que hace una empresa concesionaria los hace sin competencia, por lo cual no se produce el efecto de mejora que produce la competición entre diversas compañías haciendo que salga ganando el cliente. Simplemente la empresa actúa como un monopolio tutelado por el ayuntamiento, lo cual impide que salgan competidores, dado que son expulsados debido al carácter semipúblico de la empresa, pudiendo admitir niveles de deuda que una empresa privada nunca admitiría.
Y además hay que entender que, mientras que una empresa pública responde ante el cliente, condicionado a las decisiones políticas, en la empresa privada tienen que responder obligatoriamente a no ser que quieran irse abocados a la quiebra. Es aquí la clave de la deficiencia general en los servicios públicos de toda índole.
Vitrasa tiene que cubrir todas las líneas que pone el ayuntamiento y los horarios que marca el ayuntamiento y con un número de vehículos que marca el ayuntamiento. A cambio, el ayuntamiento garantiza la viabilidad de la concesionaria cubriendo con dinero público las pérdidas que genera el servicio que suelen oscilar entre los 10 millones de euros anuales.
Y la frecuencia de las líneas depende del número de vehículos, desde 1995 a 2011 estuvo limitado a 117, y en enero de 2011 se amplió a 121 para poner dos líneas más y una tercera circunstancial. No obstante, la mejora de la fiabilidad de los vehículos en los últimos años ha permitido sacar algunos vehículos más a la calle en años anteriores, pero se hace a cuentagotas y con negociación con el ayuntamiento.
Las tarifas se rigen por una fórmula polinómica secreta, que obviamente desconocemos, pero nos gustaría conocerla, dado que haría entender a mucha gente por qué suben los precios. Las subidas están ligadas sobre todo a las inversiones y las subidas de los gastos de mantenimiento, propios de una empresa de transporte, que es especialmente vulnerable a los vaivenes del precio de la gasolina y la subida de los impuestos del combustible. El precio de los bonos lo pone el ayuntamiento compensando a la concesionaria las pérdidas pagando la diferencia. Un usuario que pague con una tarjeta normal está obligando al ayuntamiento 38 céntimos a la concesionaria (más si es una tarjeta bonificada) pagando Vitrasa los transbordos. Por eso el tiempo de 45 minutos, porque es lo que permite las cuentas públicas.
Con estas claves podremos predecir las claves del futuro de Vitrasa hasta el 2019:
- El número de vehículos se mantendrá o aumentará ligeramente
- Se aumentará el número de líneas lo que permita la mejora de los vehículos
- El precio seguirá subiendo y probablemente oscile en torno al 1,75€ en cuanto acabe la concesión
- La viabilidad de la concesionaria cada vez será más cara debido al descenso generalizado del número de pasajeros.
Un último corolario. Vitrasa tiene concesión hasta el 2019. La clave de la ganancia de la concesión en 1994 fue que tenía las cocheras en propiedad, cosa que ahora no es así dado que fueron compradas por el Concello en el año 2000. Es decir, Vitrasa no tiene asegurada la permanencia, así que cabe preguntarse ¿se liberalizará el transporte urbano o éste estará condenado por los políticos a ser usado por concesionarias que se pasen el producto cada X años?
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