Una viguesa que utiliza con frecuencia el autobús paga siempre el precio del trayecto con monedas de un céntimo. Cuando Mirian Lorenzo Fernández entra en el Vitrasa ya tiene las 132 monedas preparadas para entregárselas al conductor, mientras guarda otras tantas para el viaje de vuelta. Es su particular forma de protestar después de que en agosto de 2010 un autobús de transporte público se la llevara por delante en la calle Urzaiz, denunciara a la concesionaria y el juez no le diera la razón.
Mirian estuvo a punto de fallecer en aquel siniestro. De hecho, minutos después del golpe la dieron por muerta y, según afirma, la llegaron a tapar con una sábana. Su ángel de la guarda fue un médico del Hospital Xeral que pasaba por allí y descubrió que aún tenía pulso y ordenó que la trasladaran urgentemente en una ambulancia.
Esta mujer de 41 años demandó a la concesionaria al considerar que el conductor actuó de manera negligente. Afirma que el vehículo no respetó la distancia de seguridad. Según su versión, se encontraba parada en la acera y se asomó a la vía para ver si llegaba un taxi. Fue entonces cuando el autobús se la llevó por delante, lanzándola por el aire a unos 13 metros de distancia.
Juicio perdido
Sin embargo, perdió el juicio. La sentencia la considera «culpable» del accidente y ahora teme que la compañía de seguros pueda incluso reclamarle los daños que registró el vehículo en la luna delantera cuando impactó contra ella. El juez no la creyó porque testigos declararon durante la vista oral que la vieron cruzar a la carretera desde fuera de un paso de peatones y con el semáforo en rojo. El conductor declaró que frenó y giró a la izquierda y que gracias a eso no le pasó por encima.
Mirian insiste en que las cosas sucedieron de otra manera, y por eso ha recurrido la sentencia. Contaba con una testigo, pero no se presentó al juicio. «Mi única testigo, la chica que se encontraba en el asiento delantero del autobús, a la que pude conocer y escuchar su versión del accidente, casualmente coincidiendo claramente con la mía, desapareció un año después», lamenta.
El fallo judicial implica que no recibirá ninguna indemnización por los daños que sufrió y por los gastos personales que tuvo que afrontar. Inicialmente reclamaba una compensación de 56.000 euros. Aquel accidente le destrozó el lado izquierdo de su cuerpo. Permaneció un mes y medio ingresada en el Hospital Xeral y otras dos semanas en el hospital de Fátima antes de que le dieran el alta.
La compañía aseguradora le cubrió un año de rehabilitación, pero pasado ese tiempo tuvo que continuarla por su cuenta y pagársela de su bolsillo porque sentía que aún le quedaba mucho tiempo para estar bien . «Lo que más les interesaba al seguro era invertir en mí lo justo para sacarme de en medio», expresaba ayer.
Ahorros perdidos
Declara que aquel accidente fue una ruina económica y personal. «A día de hoy no he recibido nada, he pagado médicos, informes y me he gastado hasta el último céntimo que teníamos mi hijo y yo para abrir una tienda de flores, con lo que todavía no he podido incorporarme a mi vida laboral», dice.
Tuvo que emplear unos ahorros que disponía para emprender el negocio los en curarse y seguir subsistiendo durante el tiempo que duró su convalecencia.
A base de mucho esfuerzo y empeño personal, pudo recuperar el estado físico que tenía antes del accidente y volver a jugar al tenis. Recobró la forma, a pesar de que un médico le dijo que se iba a quedar coja y que jamás podría volver a hacer deporte.
Todas las semanas realiza los entrenamientos con la raqueta en Samil y para desplazarse hasta allí no le queda más remedio que hacer uso del transporte público. «Ahora utilizo el autobús, porque gracias a Vitrasa ni tengo coche, ni tengo nada», afirma.
Para que conste su malestar siempre paga los billetes con monedas de un céntimo.
No todos los conductores se toman este gesto de la misma manera. «Hay algunos que son encantadores y se toman su tiempo y a otros les da tiempo para soltar algún taco mientras cuentan las monedas», dice. Algunos incluso agradecen que les facilite tanto cambio. «Lo que más me sorprende es que algunos choferes reemprenden la marcha cuando todavía no han terminado de cerciorarse de que el pago es exacto», afirma. «No es normal que se pongan a contar monedas mientras conducen y tienen a una persona de pie esperando; no es normal que lo hagan por el motivo de tener que cumplir un horario», manifiesta.
Reconoce que alguna vez no ha podido subirse al autobús «por el hecho de que al conductor al verme no le ha dado la gana de parar para no perder tiempo contando monedas.».
Un accidente de tráfico interrumpió durante dos años y medio la vida de Mirian Lorenzo. Por eso ahora no le importa que los conductores de Vitrasa tengan que dedicar unos minutos para contar la 132 monedas que les entrega cada vez que necesita coger un autobús, a modo de reflexión.
COMENTARIOS:
1º: El accidente al que se refiere sucedió el 10 de agosto de 2010, cuando el vehículo 557 atropelló a la señora en el cruce de la calle Urzáiz con la calle Lepanto, mientras hacía la línea C9B a las 20:40 horas.
2º: El atropello fue debido al parecer, a que la señora estaba saliendo de la acera, supuestamente para ver si venía un taxi, y no vio al autobús que se acercaba, teniendo que dar un volantazo a la izquierda para no pasarle por encima, pero en vez de eso la levantó y la lanzó unos 13 metros por el aire. Cuando fue el accidente todo el mundo pensó que había muerto, dado que incluso habían pequeños charcos de sangre por la calzada, pero aún así se salvó.
3º: No sabemos si se dañó realmente la luna delantera, porque lo cierto es que en la imagen no se aprecian daños y el vehículo siguió circulando los días siguientes con normalidad. Si fue sustituida duró poco tiempo, porque a este vehículo se le rompió el 27 de septiembre de 2010 debido a que estaba detrás del 537 cuando le prendieron fuego y se derritieron varios elementos de delante.
4º: Cualquier conductor de Vitrasa puede negarse a admitir el pago, dado que ningún particular está obligado a admitir el cobro en más de 50 monedas.
5º El conductor no debe denegarle en acceso al no ser que se negara a pagar el billete de forma normal, sin pasar las 50 monedas. En ningún caso se le debe dejar en la parada sin más, porque se debe presumir buena fe.
6º: Normalmente los mendigos también pagan en monedas pequeñas, y generalmente se cuentan durante la marcha, porque estar parado el tiempo que lleva contarlas. En todo caso siempre queda el recurso de echar la mano y tirarlas todas para la caja sin contarlas, además, esta señora dice que las cuenta ella, así que si falta un céntimo o dos alguna vezpues tampoco es para tanto, incluso puede que hasta sobre.
7º: Si el conductor decide parar a contar el cambio el retraso sería de 1 o 2 minutos, que en circunstancias normales es irrelevante.
8º: Tanto el autobús como los conductores del 557 han pasado a la línea 15, que supongo que será la que utiliza esta señora para ir a Samil, así que si se produce el reencuentro entre el conductor del accidente y la señora será como en las telenovelas mexicanas en las cuales cambia la música y la cámara enfoca a la cara del perjudicado.
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