miércoles, 12 de noviembre de 2014

El fraude en las tarjetas...


En estos años se está notando un aumento del número de pensionistas que usan el Vitrasa, No es de extrañar, dado su carácter gratuito.

La gratuidad de los pensionistas se implantó en el año 2004, medida populista implantada por la alcaldesa Corina Porro, medida que obligaba al ayuntamiento a pagar la diferencia, es decir, el billete entero. Y se nota. Antes de la implantación de esta medida viajaban unos 200.000 pensionistas al año. Ahora se superan los cuatro millones de pensionistas.

Todo pensionista que reciba igual o menos que el Salario Mínimo Interprofesional (645,30€ mensuales o 9034,20€ anuales) tiene derecho a la tarjeta gratuita.

Y esto irá en aumento. Con el ritmo de envejecimiento actual es impensable que se pueda mantener semejante gasto, además en aumento.

Las tarjetas son iguales a las demás por delante, teniendo la imagen del usuario, nombre y tipo de tarjeta, lo que facilita que cualquiera haga trampa, y cogiendo la tarjeta del abuelo le salga gratis el viaje. Y con cualquier tipo de tarjeta, está muy extendido el uso de la tarjeta social (reservada para gente que percibe la prestación por desempleo) por parte del marido/señora o novio/a porque ya se sabe, lo que es de uno también es del otro.

Personalmente he conocido a unos cuantos que usan tarjetas fraudulentamente y que sepan que si les pillan desde luego, la tarjeta se les retira y se le imponen los 15€ de multa, si no se les pone una denuncia al día siguiente por uso fraudulento de la tarjeta, y desde luego, la multa es más gorda. También decir que el conductor del autobús está facultado para retirar tarjetas fraudulentas, aunque no vigilan las tarjetas porque no ven si está serigrafiada o no, si falla y la quiere pasar por la billetera sí queda al descubierto el fraude, procediéndose a la retirada inmediata de la tarjeta.

También se puede trucar la tarjeta, haciendo que no se descuente el saldo de la tarjeta (hay algunos manitas por ahí que sabrían hacerlo), y es más seguro porque si no está serigrafiada pasa el control del inspector y el del conductor si lo hubiera, aunque hay dos excepciones:

 - Si la tarjeta falla mucho el conductor la mete en la billetera y mediante un código saca los datos de la tarjeta, entre ellos los últimos viajes, línea, vehículo en el cual se realizaron e importe del viaje. Si el conductor se fija y descubre más de dos viajes seguidos con importe 0,00 se descubre el fraude.

- Lo mismo si lo sospecha el inspector, en su PDA puede ver lo mismo que el conductor y ver el fraude. ¿Y como lo puede sospechar? Pues por ejemplo, si se sube en la carretera de Camposancos y descubre alguien al cual no se le cobra con tarjeta normal. Lo comprueba para ver cómo es posible y si es fraudulento (que puede que no, porque aún pudo hacer transbordo con el 10, 12A, 29 o 32 (Servicio Roteas), pero no es lo habitual) y si es fraudulento, retirada y multa.

Para acotar (es imposible resolverlo, puesto que defraudadores siempre los habrá, es parte del ser humano) este problema planteo dos ideas:

- La primera, cambiar los colores de TODOS los tipos de tarjeta por uno distinto para cada tipo. Así el fraude sería muy difícil, disuadiento al infractor de cometerla.

- La segunda, acabar con la gratuidad de los pensionistas, poniéndoles un precio más bajo que las demás tarjetas. Para acabar con los efectos perniciosos de la gratuidad de los pensionistas, que son unos cuantos, especialmente, la cantidad de viajes que se realizan y posterior pago por el ayuntamiento. Propongo una tarifa de 20 céntimos para los pensionistas tipo I y 40 para los tipo II, es decir, tarifas simbólicas, pero que se ahorra al ayuntamiento en cada viaje, que no es poco.

2 comentarios:

  1. A parte que en caso de accidente, el SOV no te cubriria.

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    1. Cierto, se me había pasado. Gracias por comentarlo. Saludos.

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