martes, 28 de agosto de 2012

Pases pro bus

Nos situamos en otoño de 1980. El servicio de autobuses prestado por el ayuntamiento, a través de Vitrasa dejaba bastante que desear. Faltaban marquesinas para cubrirse y los vehículos iban envejeciendo, a pesar de que a principios de aquel año llegaron 10 Pegaso 6035. La mayor parte de la flota tenía entre 11 y 12 años. Pero la gota que colmó el vaso fue la subida del precio del billete de 11 a 14 pesetas. Esto molestó especialmente a los estudiantes, especialmente a los de los institutos, que tenían que viajar en muchos casos cuatro veces al día con la consiguiente merma de ingresos.

Para ello se convocó una protesta que pedía "pases pro bus". El 14 de octubre de 1980 se convocó la primera marcha, resultando sin incidentes. Pero a los pocos días, varios incidentes dejan destrozados varios autobuses. Los vándalos aprovechaban que los vehículos estaban parados en los semáforos para pintar su lema (pases pro bus) en la parte trasera, pinchar las ruedas y romper los faros. En otras ocasiones desalojaban a los pasajeros y volcaban los buses, los quemaban o las dos cosas. Las coladas en los buses eran sistemáticas, y la ciudad parecía revuelta

Los incidentes eran protagonizados por estudiantes escorados a la extrema izquierda, y en ocasiones, alborotadores profesionales que no eran estudiantes pero se unían a la protesta. Una cosa que caracterizaba a esta convocatoria fue la creación de la Coordinadora Aberta de Estudiantes, que lideraría el conflicto. Sus reuniones se basaban en las comunas anarquistas donde cada cual decía lo que creía conveniente y se votaba a mano alzada.

Durante octubre los incidentes fueron escasos, pero en noviembre la cosa empezó a agravarse. A la altura del 17 de noviembre los daños en los buses ascendían ya a 1,1 millones de pesetas, ocho días después, el coste se duplicó, la mayoría de los buses llegaban con los cristales rotos, abolladuras, pintadas y las ruedas rajadas. Los mecánicos de Vitrasa trabajaban a destajo para reparar todos los desperfectos de un día para otro.

Debido a la inseguridad habida en los buses el lunes 17 de noviembre Vitrasa ordenó la retirada de todos los autobuses durante unas horas. A la reanudación del servicio contaban con un agente de la Policía Nacional. No sirvió para nada porque los ataques seguían igual.

El viernes 21 de noviembre se produjo una manifestación violenta, con cargas policiales ardiendo cinco barricadas en la calle Policarpo Sanz, mientras en la zona del instituto del Calvario varios estudiantes apedrearon un bus e intentaron volcar otro. La violencia iba en aumento.

El lunes 24 de noviembre un grupo de 150 estudiantes apedreó un bus en la zona de los institutos del Meixoeiro. Como resultas del incidente, cuatro antidisturbios disolvieron la manifestación y como resultado una joven fue herida con una pelota de goma de la policía.

El resto de aquella semana fue de gran virulencia, los asaltos se multiplicaban y se empezaban a apedrear los buses sin desalojo previo, poniendo en riesgo la integridad de los viajeros. A causa de este ataque el 25 de noviembre se volvió a suspender el servicio saliendo a la calle unos pocos buses escoltados por agentes antidisturbios venidos de Zamora específicamente para proteger los autobuses. De nada sirvió, y los asaltos se recrudecieron. Los conductores amenazaban con un paro general, debido a las presiones y riesgos que esta situación les suponía. Los vehículos eran atacados con la policía dentro, enfrentándose varios policías contra cerca de 200 adolescentes.

En esa semana una redada policial en el instituto Santa Irene, se produjo una batalla campal entre estudiantes y policía, en la cual el reloj del instituto fue golpeado con un bote de humo, dejándolo parado durante veinte años a las once y diez.

A la semana siguiente los conductores dijeron basta y uno tras otro se fueron plantando en la calle Policarpo Sanz, cumpliendo sus amenazas. Aquello simbolizó la protesta y los ataques fueron bajando, aunque no se extinguieron. A la altura del 17 de diciembre de 1980 fueron destruidos 56 vehículos de los 129 que habían disponibles, quedando 73 disponibles. Algunos los fueron reconstruyendo, y 10 nuevos vehículos llegaron en marzo de 1982, pero la flota había quedado muy reducida hasta 1986, donde empezó una renovación general de los buses.

Los incidentes se fueron repitiendo durante cuatro años, desde 1981 hasta 1984 surgieron varios incidentes con varios buses destruidos haciendo ver que la protesta no había concluido al no haberse conseguido nada. Es más, fue contraproducente porque muchas líneas redujeron servicio a consecuencia de los ataques.

El 8 de abril de 1983 se volvieron a repetir los asaltos, atacando 53 autobuses y teniendo que ser escoltados por parejas policiales para cubrir los servicios y el 5 de febrero de 1984 se volvió a repetir el asalto. Un millón de pesetas costó reparar los nueve vehículos destrozados, a los cuales se unieron 900000 pesetas de otro ataque el día 17 de ese mes.

No obstante se consiguió en este punto la creación de un bonobus, de 50 viajes con valor reducido que caducaban a los dos meses y no eran válidos los festivos, cosa que se reformó en 1999 y en 2001 se creó la Tarjeta Verde con las modalidades que tenemos ahora. Las marquesinas fueron llegando a cuentagotas y la renovación de la flota tuvo que esperar debido a las pérdidas ocasionadas por los ataques.

Para hacer este artículo he usado la hemeroteca de El País, disponible por Internet y un articulo en Faro de Vigo publicado por el 25 aniversario de estas protestas


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